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Diario de una neurótica

Paranoias

Una sensación familiar

Se cuenta que en el siglo pasado, un turista europeo fue a un templo budista en Japón, con la finalidad de visitar a un famoso sabio.
El turista se sorprendió al ver que el sabio vivía en un cuartito muy simple y lleno de libros.
Las únicas piezas de mobiliario eran un futón, una mesa y un banco.
- ¿Dónde están sus muebles? - preguntó el turista.
Y el sabio, rápidamente, también preguntó: - ¿Y dónde están los suyos…?
- ¿Los míos? - se sorprendió el turista.
¡Pero si yo estoy aquí solamente de paso! - Yo también… - concluyó el sabio.
“La vida en la tierra es solamente temporal. Sin embargo, algunos viven como si fueran a quedarse aquí Eternamente y se olvidan de ser felices”.
“El valor de las cosas no está en el tiempo que duran, sino en la INTENSIDAD con que suceden….. por eso existen momentos inolvidables, cosas inexplicables y personas incomparables como vosotros.”
Huang Shi Quang

A mí a veces me pasa que tengo la sensación de que estoy de paso, de que de un momento a otro las cosas van a cambiar radicalmente, como si estuviera esperando en el vestuario a salir a la pista a jugar el partido. Lo malo de todo esto es que te pasas la vida esperando a que te ocurra "eso" que esperas y cuando te has dado cuenta lo único que ha pasado ha sido el tiempo. Sin embargo, como dice el cuento, lo que se te queda grabado son esos momentos inolvidables, esas pequeñas-grandes aventurillas de fin de semana, ese instante en que... y todo ocurrió como de casualidad, mientras esperabas.

Reflexiones en el tren

Cuando voy en tren con los cascos puestos me gusta pensar en mis cosas. A veces simplemente me embobo mirando a la gente e imaginando a donde irán, cómo serán sus vidas, si hoy les habrá pasado algo interesante, qué relación mantienen con la persona con la que hablan, etc pero la mayoría de las veces me embobo en mis pensamientos. Hay gente que repasa mentalmente lo que tiene que hacer cuando llegue a su destino, otros aprovechan el trayecto para leer un rato o echar una cabezacita, a mí lo que más me gusta es mirar por la ventana y emparanoiarme propiamente. Es mi momento de enagenación, mi rato de desconexión con la rutina diaria. Me encantan esos momentos, ojalá se inventara algún día un método para poder grabar de alguna manera las miles de cosas que te pueden pasar por la cabeza en un minuto o los increíbles monólogos internos que uno llega a experimentar. Como todavía no hay nada inventado, para tener constancia de ello a veces escribo lo que me pasa por la cabeza, así sin más, a las locas... Hoy en el camino a la facultad me ha dado tiempo a anotar algunas de las mil paranoias que han circulado por mi mente:
-¿Cuál es el "fin/objetivo/casilla de llegada" en la vida? ¿Alguien lo consigue?
-Tengo la sensación como si estuviera esperando que ocurriera algo, algo importante, algo grande, algo que lo cambiará todo en mi vida. Como si el estado actual, el presente, fuese un estado puramente transitorio, el puente hacia la meta.
-No sabría definirme, soy un cúmulo de cosas, una veleta que cambia a cada momento.
-Da la sensación de que todo el mundo tiene un plan trazado, una agenda (como dirían los americanos) o un "orden del día" español, unas instrucciones a seguir para conseguir que sus vidas funcionen ,y yo, estoy dando palos de ciego.
-Es triste poder soñar y no ser capaz de hacerlo. Es triste poder soñar y no hacerlo nunca o no tener un sueño.
-Párate a pensar y elige tu sueño.
-Seguro que la vida no es tan complicada como uno cree a veces porque al fin y al cabo la vives de todas formas, la única manera de no vivirla es morirte, pero mira que es puñetera... siempre estás pensando en cómo vivirla más feliz o aprovecharla más o cambiarla, o... nunca estás contento con lo que tienes, ¿por qué nunca estamos contentos con lo que tenemos? Ahí está la complicación en andar siempre tratando de cambiar lo que tienes por algo "mejor", algo "distinto" y te pasas más de media vida pensando y tratando de averiguar qué es lo que buscas y cuando te das cuenta (se supone) de que no merecía la pena, o de que ya tenías lo que buscabas pero no eras consciente de ello, resulta que estás en la recta final y has malgastado la mayor parte de ella. Después de esto, se supone que al menos yo, que he llegado a esta conclusión, debería vivir la vida y no comerme más la olla, pero... si yo no me como la olla no soy yo misma, a mí me gusta darle vueltas a las cosas, y soñar, y pensar, e imaginar, y... y crearme unas paranoias impresionantes cuando voy en el tren...